LOS DOCE MESES DE YO Y MI HERMANO

Miguel Cobaleda

 

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Le he pedido a mi hermano

alguno de sus bienes.

Mi hermano es generoso,

compasivo, benévolo,

no se hace rogar

cuando en verdad lo necesitas

y te cede lo suyo

sin que notes la deuda.

Como la mano izquierda

que no sabe qué entrega,

humilde en su bondad,

discreta en su largueza,

la mano derecha

(de las manos de un manco,

hablo).

***

En enero le saqué los ojos a mi hermano.

Pero no le dejé ciego,

solamente le saqué tres

de los seis ojos que tenía,

para el norte, para el sur,

para el este, para el oeste,

para el pasado y el futuro.

Le dejé intactos los tres ojos que ven,

el del norte para orientarse,

el del sur para saber morir,

el del pasado para los recuerdos,

si no tienes recuerdos no vives.

Con sus ojos restantes yo veo lo que puedo,

el oriente del que viene el cristal,

el ocaso donde la luz se pierde,

el futuro sin huellas,

si no tienes futuro no vives.

Mi hermano y yo

pedimos limosna en esquinas diferentes,

él en la de no saber lo que te aguarda,

yo en la de ignorar mi origen.

Somos ciegos pero estamos vivos,

somos vivos pero estamos ciegos,

a fin de cuentas es la misma esquina.

***

En febrero le saqué a mi hermano

su corazón de zafiro,

pero no le maté

pues mi hermano tenía

otros dos corazones,

de piedra también, aunque no valiosa,

uno de negro basalto volcánico,

otro de mica brillante en láminas.

Mi hermano resiste con el corazón de basalto,

con el de mica hace señas

luminosas a la nada.

Yo ahora vivo

con el corazón de zafiro

que le robé a mi hermano,

es una víscera de esperanza,

cuidándolo bien no se gasta nunca,

luego de tú muerto sigue brillando

azul en la inmensidad,

esperando esperando,

ése es su destino.

El zafiro en corazones

da buen resultado y todo el mundo sabe

a qué atenerse contigo.

Pero no late, eso sí, no late, el zafiro no late,

no empuja la sangre, y qué,

quién necesita sangre yendo y viniendo.

***

En marzo le quité a mi hermano

esa cosa de luz que se llama amor,

pero no quedó inválido, no quedó lisiado,

le quité solamente el amor a los otros,

no el amor a sí mismo

con el cual se vive.

Mi hermano va y viene

con ese amor propio,

no está descontento,

es un buen amor de alta calidad,

resistente, sencillo, automático, indestructible,

se activa por sí solo, no consume energía.

Yo voy tirando más o menos regular

con el amor a los otros

que le quité a mi hermano,

no es tan excelente, no es automático,

hay que encender a diario su llama,

si no lo alimentas se apaga.

Da una luz... bueno, da luz.

No sé qué decir...

andas siempre queriendo a gente extraña,

nunca sabes por qué, los quieres, simplemente,

es raro esto de amar

a mi hermano que se ama

solamente a sí mismo.

***

En abril le saqué a mi hermano

las almas de su recóndito almario profundo,

pero no le maté pues sólo

le quité dos de sus almas,

de las mil que tenía.

No voy a enumerar

las novecientas

noventa

y ocho almas

que le quedaron,

todas de fieltro pulido,

de ése tan suave que es melocotón

y piel de niña, pero eran almas

para ir reponiendo

según se van rompiendo, almas

de gastar y tirar, almas de marca

pero de un solo uso.

Aunque con una de ellas se puede vivir,

se recuerda, se proyecta,

se fingen amores, amistades, cariños,

se remeda tristeza, nostalgia,

con dos a la vez haciendo contrapunto

parecen almas de tres dimensiones,

un caleidoscopio de almas

que con tres pedazos de trozos

semeja maravilla de luz y color y de alma.

Yo con las dos que le he quitado

con una odio y con otra amo,

las cambio a semanas

por que no se arrutinen.

***

En mayo le quité a mi hermano

unos amigos que tenía

y que no usaba para nada,

mi hermano nunca sabe

qué hacer con sus amigos,

ignora que son cosas

que hay que estar siempre amando,

ya dije

que mi hermano, ya lo dije en marzo.

Así pues no le maté,

mi hermano no usa, como yo,

a los amigos para vivir,

yo sí los uso, los respiro,

me alimento de ellos,

con los amigos de mi hermano

que le quité a mi hermano

me he hecho otra vida paralela,

finjo ser mi hermano,

finjo que él los ama (soy yo quien los ama)

dejo que me quieran

como si fuese mi hermano,

pero es la misma vida. Con un amor de amigo

no se puede ir haciendo

una grieta en el alma,

amo a sus amigos

como si no fuesen suyos

(aunque no se me olvida

que son de mi hermano,

o sí se me olvida,

a lo mejor son míos).

***

En junio pasado, este junio mismo,

todos los junios

son un solo junio,

le quité a mi hermano cuando estaba dormido

la razón que no usa y tiene en reserva.

No supone eso

que le haya matado,

con esa razón

mi hermano solamente

aquietaba en tiempos, ahora no lo hace,

la víscera conciencia

que tuvo y ya no tiene.

Usa otras razones,

razones más precisas, técnicas, urgentes,

razones que son cosas,

razones que son actos,

no son pensamientos,

nunca son ideas.

Por eso no puedo ahora

que tengo sujeta con una cadena

la fiera conciencia que le quité a mi hermano,

descuidarme un instante,

dejar que se desmande, se suelte, se libere,

quién sabe que sangrientos

desatinos haría,

es una conciencia como una razón,

es una razón como una conciencia,

desgarra, muerde, aniquila, destroza,

me tiene sujeto con una cadena

quién sabe lo que haría, qué horribles destrozos,

si pudiera un instante soltarme, liberarme.

***

En julio le quité

un hijo a mi hermano,

pero atentos, tranquilos, no pasó nada,

no se ha muerto mi hermano,

le ha dado lo mismo,

no le importó nada,

aunque no tenga más hijos.

¿Qué hacía mi hermano con ése su hijo

salvo ser un mal padre, ni siquiera un padre

del montón, cualquiera,

si el hijo de mi hermano

ni siquiera era suyo?

Ahora es mi hijo, yo no lo he engendrado,

lo engendró mi hermano

sin saber que lo hacía,

pero yo lo amo sabiendo que lo amo,

el hijo de mi hermano ahora es hijo mío,

un hijo es hijo tuyo si lo engendras

lo pares,

lo cuidas,

lo vigilas,

lo impulsas,

lo entregas,

lo amas,

basta con que lo ames.

***

En agosto le quité a mi hermano

la esposa que tenía, o que no tenía,

mi hermano nunca supo tener una esposa,

creía que tenerla era como tenerla,

como se tiene una mesa, un caballo,

una casa, una esposa,

mi hermano no sabía que hay que estarles atento

que una esposa se mustia

si no le da el sol debido,

que requieren caricias

sobre la piel del alma

y se agrietan deprisa

con escaras de llanto

si no son únicas y excelsas y únicas,

y ninguna otra cosa comparárseles pueda.

No murió mi hermano,

ni siquiera es viudo,

ni soltero, ni nada,

no ha perdido mi hermano aunque yo haya ganado,

miro todas las tardes los ojos de mi esposa

por ver si en ellos veo mi rostro u otro rostro,

pero no me fijo mucho, la verdad sea dicha,

con hacerle saber que es única y excelsa

se me pasa el tiempo, mi rostro es lo que veo.

***

En septiembre le saqué a mi hermano

del alma la palabra

secreta que tenía,

pero no murió mi hermano,

le quedaron palabras secretas a raudales,

todas las palabras eran de mi hermano

secretas y en silencio,

mi hermano era mudo.

Yo con esa palabra elaboro elixires

de decir y cantar y hablar y escribir,

una sola palabra da para una vida

y nunca se agota,

cómo se podría agotar la palabra,

la fuente de las cosas, origen de la vida,

si la palabra se vuelve muda

es que no puede, qué pasaría,

es que no es posible, qué inmenso silencio,

es que no es concebible, qué universo mudo

sería el universo...

Estaba la palabra y de ella la luz

(la palabra luz, la luz misma qué importa).

***

En octubre le quité a mi hermano

el horizonte al que iba,

pero no maté a mi hermano,

tiene mil horizontes,

nunca va a un horizonte único

sin ir a la vez a otros muchos,

a donde va mi hermano

siempre ha estado ya,

de donde viene mi hermano

es su destino.

Con ese horizonte solitario

que le he quitado a mi hermano

tengo yo un sentido

y me dirijo hacia algo,

no puedo discutirme, enfadarme conmigo,

querer ir a otro sitio y no ponerme de acuerdo,

voy a donde voy, no puedo no ir,

y cuando llegue allí

no podré no haber ido,

me gusta tener un solo horizonte,

saber que el universo

se dirige hacia mí.

***

En noviembre le saqué a mi hermano

la alegría del pecho,

lo apagué como se apaga

una antorcha en el agua,

pero no le maté, mi hermano

siempre quiso vivir apagado,

no gustaba de la luz, le gustaba la sombra,

dejó que me llevase su tea de alegría

regalándome además un cerillo de fuego,

a oscuras quedó muy conforme y noalegre

(alegre no podía, estaba en la sombra).

Yo con la alegría pues me he hecho una lucerna,

a su luz recorro los perfiles del mundo,

un regusto a mi hermano le queda todavía,

cuando quiere hace sombra y tristeza y ausencia,

bueno, pero luce, una luz absoluta

también fatiga un poco,

no deja que el ojo descanse,

ni el alma.

***

En diciembre le quité a mi hermano

la imagen mía que tenía en los ojos,

el eco mío que tenía en la boca,

la luz mía que tenía en el corazón,

la púrpura de mi alma

que viajaba por sus venas.

Esta vez sí le maté.

 

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