Y otra vez me parece que mi historia se amansa,

encontramos un valle de feraz colorido,

un arroyo, un bosque de sauces y álamos,

un altozano, una colina, un risco,

paisaje de un belén para niños pequeños,

hermoso, a nuestra imagen, semejanza y medida,

y allí fuimos dejando que el azar de los días

nos volviera más felices a cada instante juntos,

primero los dos solos, el Soldado y su Aroma,

luego me dio una hija una tarde de mayo,

tan hermosa y tan blanca como ella lo era,

Romero de los Martes Amada de su Padre,

que fue como la puse, como ella la puso,

en el nombre también estuvimos de acuerdo,

en todo y para todo lo estábamos siempre.

Si en lo que va de verso a verso se contiene una vida,

poned aquí la mía verdaderamente,

una línea y mi hija del alma está naciendo,

otra línea y ya es moza hermosa y sonriente.

Dicen que la felicidad no puede relatarse,

es historia sin miga, carece de argumento,

veo ahora que es cierto, no sé cómo expresaros

otra cosa que no sea, de aquel tiempo sin mancha,

una sonrisa abierta y un corazón florido.

Mas la felicidad nunca alcanza hasta el final del tema,

no por sus blancos pasos se consuma el camino.

 

***

 

Esperad que me apreste a seguir otro poco,

acaso se me duela el alma y no desee ahora

continuar el relato a partir de este punto...

Esperad que respire, dejadme coger ánimo...

Hay palabras feroces que deben masticarse

con tanta lentitud y tan sabor a acíbar

que si no se respira despacio y se ventila

la hondedad más honda del alma y del recuerdo,

se ahogan los recuerdos en su funda de sombra.

 

***

 

Tal vez por la bondad de su corazón tan puro,

o acaso por pagar la felicidad recibida,

por una cuenta amarga que en la sombra se anota,

porque el que dicen valle de lágrimas lo es...

¡quién sabe la razón del destino terrible

que se abatió de pronto sobre nuestras cabezas!...

Supimos de una peste en el pueblo cercano,

yo aparejé la mula con todos los enseres,

dejé en pocos minutos las paredes desnudas,

el serón más grande rebosante de cosas,

con el pie en el estribo apremié a mis mujeres,

nos íbamos del valle, huíamos de todo...

y en la cara de Espliego de la Firme Esperanza

vi como en el cielo escrito mi destino...

No sé cómo explicar, no sé cómo deciros...

Era el gesto radiante y aceptador y hermoso

de la caridad más sublime, aunque también era al tiempo

una sentencia oscura que me heló las entrañas.

“¿Cómo, en su miseria, abandonar podemos

tanto amigo y vecino, en su hora más dura?”...

Resuenan para siempre en lo hondo de mi alma

sus palabras de fuego, de generosa entrega,

cuando a seguirme se negaba con los brazos abiertos

y señalaba el camino del amor desprendido...

La enfermedad terrible se abate como un viento

de muerte y de soledad y de pánico sin nombre;

nuestros amigos son, les vamos debiendo mucho,

conocemos sus nombres, sus historias, sus rostros,

hemos ido a sus fiestas y llorado en sus duelos,

¿no podremos ahora esperar unos días

para ayudar en el trance, cuidar de los enfermos,

asistir moribundos, enterrar a los muertos?”...

Sin palabras ni aliento, vencido por el pánico,

yo señalaba la huida y el equipaje en la mula,

señalaba a la hija, al futuro, a la vida,

¡qué señalaremos en trance semejante,

señor de la luz, señor de la tiniebla,

cuando decidir de este modo es un gozne en el tiempo!...

¿Arriesgar nuestra vida, la vida de la hija

por una caridad que a nada nos conduce?

¿Podemos acaso conjurar la sombra,

está en nuestra mano arrebatar a la muerte

las vidas que ha hecho suyas,

las frentes que ya llevan su marca tatuada?...

¿No está dicho dejad que los muertos a sus muertos entierren?

¿Hay espada de tiempo que pueda vencer al tiempo?

¿Hay antorcha de sombra que pueda encender la sombra?

“El amor generoso puede vencer la muerte”

es frase que la muerte canturrea gozosa

mientras tacha en su lista los amores que siega.

Sería su blanco corazón de generosa novicia

que tal vez nunca del todo abandonó el convento,

la entrega, la gratitud... cómo puedo saberlo,

o que por fin los dioses llegaban con la factura,

este mundo es posada y hay que pagar la cuenta.

Maldito sea aquél que entre vosotros

por un instante suponga que pude abandonarla,

marcharme con mi vida, dejarla con su propósito,

llevarme a la hija o huir de allí yo solo.

En la eternidad estaba, como está siempre, escrito

mi destino y el suyo como una sola cosa,

si se iba nos íbamos, si se quedaba, juntos.

¿Queréis un ejemplo de lentitud solemne,

del ir poco a poco desenredando el tiempo?...

No penséis en la prisa furiosa de los glaciares,

la columna que en la cueva de suelo a techo crece,

miradme desarmando el equipaje

con la risa de fondo de esqueletos de niebla.

Y allí nos quedamos, servidores de la muerte;

mi Espliego y mi Romero, con su aroma abnegado

de caridad y ternura aliviando dolores,

y yo enfebrecido, tomando trabajos y fatigas y agobios

por respirar más hondo que ellas la pestilencia,

por hacerme más el blanco del contagio y del morbo,

por engañar a la negra distrayendo su designio,

no te fijes en ellas, mírame aquí delante,

el siguiente soy yo, ellas no están en tu lista,

ni siquiera existen, no podrás matarlas,

son solamente sueños de mi dulce fantasía...

Pero no está escrito que la caridad sea inmune

a un destino que arrasa como huracán de fuego,

ni está escrito que los sueños no puedan troncharse

como si fueran sueños...

Me gustaría ahora sacaros de la duda,

si fue mi mano negra la que cerró sus ojos,

si fue su blanca mano la que cerró los míos,

si juntos sepultamos el amor de la hija,

o si acaso el oficio de enterradores y máscaras

a los tres nos echó a la misma cal viva

de la fosa de todos en la nada vacía...

No por mi presencia ante vosotros ahora

supongáis acaso que me salvé de aquélla,

estoy muerto, os lo dije, o lo estaré muy pronto,

viene a ser lo mismo que os esté narrando

lo que pasó, pasará, está pasando ahora,

si hay muerte no hay tiempos diferentes, distintos,

lo que será ya ha sido, lo que ha sido está siendo.

Sabed únicamente que en el terrible instante

en que todos mis amores se apagaron de golpe,

haya yo existido y mi historia sea ésta,

vaya yo a existir y esté ya todo escrito,

grité y grité y me arranqué la lengua

para lanzarla al viento y perpetuar mi grito...

Pero el viento es sordo y el eco de los nombres

que mi garganta rota siguió gritando muda

se perdió, se ha perdido, se perderá, se pierde,

la flecha vuelve siempre al corazón del arquero.

 

***

 

Luego seguí rodando por un mundo vacío,

mudo, solitario, apestado, sombrío,

dejando que me mecieran las corrientes del tiempo,

el azar vagamente ocioso de la nada,

un contraluz de vida, un sudario dispuesto,

vacilando como borracho entre dos horizontes:

o que ya todo hubiera pasado y el horror ocurrido

o que el horror me estuviese esperando más tarde,

sin saber si los dulces nombres, los rostros amados

son proyectos de luz que reserva el futuro,

o recuerdos que hieren desde un ayer perdido.

Me encargaron entonces que os advirtiese de todo,

no vayáis a repetir mi destino y mi historia,

a santo de qué un relato redondo,

empiezo solitario, solitario termino,

he nacido desnudo, transparente he vivido,

he gritado sin lengua, áfono, roto, sin grito,

la esperanza me enrosca y desenrosca el alma,

desesperado vuelvo por borrados caminos,

mi mensaje comienza cuando mi historia concluye,

escuchad el mensaje del mensajero mudo.