[El actor sale a un escenario desnudo en el que se ven las paredes del
fondo y, desde las primeras filas, los elementos de antiguas tramoyas entre
cajas, pero sin patas que separen u oculten. El público le espera. Se dirige a
ellos con aplomo, pero amagando a la vez un incierto titubeo, como quien no sabe
si será bien recibido... No, como quien no sabe si le van a escuchar... No,
mejor aún: como quien no sabe si le van a oír.]
Semper idem...
Zeit Kreis...
Tempus fugit...
Hola... nas tardes...
Now or never...
Ourobouros jronos...
Ludesian monopictia y duotripictia salve.
Es que resulta muy fácil decir: “Sales,
saludas y explicas”...
¿Y cómo demo..., cómo cojo... cómo diantres se saluda?
¿Son ustedes alemanes, franceses, ingleses, chinos, chilenos?...
O más bien:
¿Son ustedes asirios, cartagineses, escitas, amorreos?...
¿Hérulos, hunos, dálmatas, tracios?
¿Egipcios tal vez?...
¿Terrestres?...
¿Adoran un tiempo redondo que nunca huye?
¿Son acaso monoarquipictos de Ludesia y veneran una duración circular
pintada a fuego por una sola mano única y mónica?...
¿O son duotripictos y se dejan decaer blandamente desde trece pinturas
diferentes del tempo inexistente?...
O sea que ya ven.
[Remedando] “Sales, saludas...”
Pero no es tan sencillo, primero hay que saber a quién se saluda.
No les conozco, no sé nada de ustedes,
que me miran desde la sombra,
o no me miran;
y quizá respiran,
o quizá no respiran.
Y si vamos a cuentas
¿están aquí, acaso, aunque a mí me parezca que están?
Porque lo de menos es cómo están, si es que están,
yo mismo estoy... y no estoy,
estoy sin estar,
si ustedes me entienden...
“Sales, saludas”...
¿Y si son sordos,
o se saludan a golpes en las caderas,
o frotándose obscenos las partes así llamadas pudendas,
o se escupen
y marginan a la gente sin saliva,
groseros que no se avienen a la húmeda costumbre?
¿Qué se supone entonces que tengo que hacer?
¿Bajar ahí y frotarme o escupir o golpear?
¿Y si no es tampoco nada de eso?
¡Yo qué sé!...
A lo peor es con el olfato como se saludan,
y si no has comido cebolla
o alubias
ni se enteran de que estás.
Bueno, pues lo dicho:
Semper idem...
Zeit Kreis...
Tempus fugit...
Hola... nas tardes...
Now or never...
Ourobouros jronos...
Ludesian monopictia y duotripictia salve.
Que todo el mundo se dé por saludado.
Y basta de tonterías.
***
He sido condenado a transmitir este mensaje.
O no exactamente condenado, porque no se trata de una condena...
Es una especie de conminación, una orden:
“¡Que salgas y expliques!”
Y luego te dejan tranquilo largo tiempo,
de modo que acabas por salir a explicar...
Noto cierto escepticismo en algunas miradas...
Gente que parece decir:
“Bobadas, yo no hubiese obedecido;
¿por qué salir y explicar?;
si te ordenan y se van ¿qué te
obliga?”
Por si no lo habéis oído, lo repetiré,
he dicho: largo tiempo.
Y, claro, listos,
como vosotros lo único que tenéis que hacer
es estar ahí tumbados escuchando tranquilamente,
y a lo mejor acabáis de llegar a la sala...
Seguro que entendéis por largo tiempo
¡qué se yo!
diez minutos,
porque como no sé si sois egipcios o amorreos,
o ludesios monopictos
o terrestres o venusianos de mierda,
pues no sé qué cojo...
qué entendéis vosotros por largo tiempo.
¿Y si os digo que largo tiempo son,
por ejemplo,
cincuenta millones de años?
¡Tócate los huevos con la cifra!
Te dicen “sal y explica”,
y se van cincuenta monstruosos millones de años
y no me vengas ahora con memeces
de que tú y tú y tú, sí tú,
a lo mejor no habías obedecido,
a lo mejor no se te ponía en los santos testículos obedecer,
a lo mejor tú no habías salido,
o habías salido pero no habías explicado,
porque yo te digo
que puede que aguantes los primeros mil millones de años,
porque tal vez tú eres un tipo terco,
y que se te da una higa que te mande nadie,
y tienes más conchas que un galápago
y eres duro de pelar
y puedes estarte los primeros cien billones de años
rascándote el bandullo
sin sentir necesidad
de cosa mejor o más interesante,
yo he conocido tipos como tú,
recuerdo uno que se metía el dedo en la nariz,
empezaba a dar vueltas
y podía estar así varios inviernos
con el pensamiento donde el dedo, supongo,
en la nada,
¡pero cientos de miles de billones de años!...
¡Vamos!
Te digo que acabas por salir y explicas.
¡¡Joder, que explicas!!
Y así estamos.
***
Semper idem...
Zeit Kreis...
Tempus fugit...
Hola... nas tardes...
Now or never...
Ourobouros jronos...
Ludesian monopictia y duotripictia salve.
O sea,
que tengo que deciros un mensaje.
Tanto si estáis aquí escuchando
como si sois un simple fruto de mi fantasía
¡que leches con la fantasía!
espero que seáis de verdad,
muerto puedo estar,
que lo estoy, no faltaba más,
pero yo nunca he tenido mal vino,
yo no sueño fantasmas,
tanto si estáis como si no estáis,
a mí qué,
pues el mensaje yo lo digo lo mismo.
Los mensajes van y vienen,
si encuentran o no encuentran gente por el camino
qué más dará,
el mensaje en sí mismo se agota,
su vaivén no demanda destino,
yo sé bien qué me digo,
nadie demanda destino.
¿Que estáis?
pues bueno, pues me alegro, el mensaje es para vosotros.
¿Que no estáis?
pues bueno, pues me alegro, el mensaje es también para vosotros.
Ya lo habéis oído: estoy muerto.
De veras que me gustaría poder precisar y decir
la fecha exacta de mi óbito,
o acaso solamente si es reciente o distante,
pero ya os he advertido que me han dejado en la nada
como cien trillones de milenios de lustros
y no sé si el tiempo ha corrido también para vosotros,
o sea que qué hago diciendo
quince de abril del seis mil trescientos doce,
pero de qué era, leches,
y a lo mejor vuestros meses tienen seis días de largo,
o no tenéis meses,
o contáis los años hacia atrás,
u os morís de a pocos, trozo a trozo, no de golpe,
y vuestras fechas son de felpa festoneada de seda.
No os puedo decir datos del suceso,
ni siquiera sé si el suceso ya ha sucedido,
vengo de donde vengo pero no sé de dónde,
de mi pasado acaso, tal vez de mi futuro,
en todo caso mi muerte es segura,
aunque no tenga fecha,
eso sí lo sé de cierto.
Y morir he muerto, hoy, ayer, mañana,
lo de menos es eso, pero morir, seguro, no faltaba más,
que nadie lo dude,
hasta ahí podía llegar la broma...
Y se supone que debo advertiros de mi historia,
no por lo menudo, aunque nadie nos urge,
supongo,
no con el detalle minucioso y prolijo
de un notario absoluto,
que para qué,
qué fruto íbais a sacar de tantos y tantos momentos
sin historia, pasión ni memoria,
recovecos, volutas, que el alma olvida o no olvida
porque sabe que la nada dura luego
para poder sobar todos los recuerdos,
pero carecen de sentido, de argumento, de aventura,
son la mano de polvo gris que el tiempo sin revés
posa sobre el revés del tiempo
y que todas las almas almacenan
pero ninguna memoria rescata.
No por menudo, sino a grandes rasgos,
para que podáis, éste es el tema,
evitar repetirme.
Cada ser humano debe ser único, según parece,
y los sosias infinitos que la eternidad contempla
tienen que ser disuadidos,
reprogramados,
cambiados,
para que no se reiteren hasta la infinitud
los ecos de una historia que ha de ser transparente,
no deberá añadirse a sí misma
hasta espesarse por sedimentos
y hacerse sólida y opaca.
Atentos pues y escuchadme,
o no,
pero entonces
repetiréis punto por punto mi vida
y eso nunca llegué a tener enemigo tan maldito,
a quien odiase tanto,
que me viera en la necesidad de desearle tal cosa.