ACTO SEGUNDO: EL BARRO

 

En el convento

Por un instante en el mundo.

 

CORO:

 

Arisa

 

Sor Farauda

Sor Farauda

Sor Farauda

 

 

(En el convento. Arisa y Sor Farauda. Arisa, vestida de novicia, está en el suelo, boca abajo, con los brazos extendidos en cruz. Su voz suena como un murmullo, como un grito, como un susurro, como una campana, como un viejo cencerro, como una áspera lija sobre nudosa madera, como la voz de la libertad, como la libertad sin voz. Sor Farauda hablan entre ellas, a veces con Arisa, en ocasiones sola, mientras rezan y cosen y se disciplinan y preparan la comida, pues estamos en la celda, en el refectorio, en la capilla, en el taller.

Sor Farauda lleva la toca sujeta con alfileres, la falda arremangada y entremetida en el cordón de su cintura.

Sor Farauda, con la espalda desnuda y sangrante, se disciplina con ferocidad, con saña, con placentera dedicación, y tiembla y jadea sin conseguir el orgasmo.

Sor Farauda con suaves modales, a un tiempo femeninos y resueltos, cose, zurce, reza, pica la cebolla, trocea las tiras de pimiento, pone nuevo papel en el piso de las alcancías, se cambia de ropa, ahora de ritual, ahora de cama, ahora de taller o de cocina, con torpes y recatados gestos bajo el ropón enorme, como tienda de respeto y decoro.

Entra Sor Farauda con la cesta de los huevos,, sale Sor Farauda hacia el corral o la capilla...   y siempre pasan por encima del cuerpo tendido de Arisa, pisando a veces, saltando otras, mientras la muchacha intenta agarrar con torpeza los bordes de las sayas.

Cae la tarde y se acerca la mañana. Es hora de pleno sol.)

 

SOR FARAUDA

Por los pecados de mi mente, sucios como albañales hediondos,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu mente, por los pecados de tu mente.

SOR FARAUDA

El obispo no lo permite, ¿cómo tenemos que explicártelo?

SOR FARAUDA

Un sacramento es un sacramento. La palabra lo dice: sa-cra-men-to “sagrado”. No se puede ignorar algo sagrado, simplemente por un capricho pasajero.

SOR FARAUDA

Tus hijos, tu marido, tu madre, tu casa, tus perros...

SOR FARAUDA

Tus obligaciones. Las obligaciones no pueden borrarse como borra un niño un dibujo de un papel. Las obligaciones solamente se borran cuando se cumplen.

SOR FARAUDA

O cuando se cumplen, pero no de otro modo.

SOR FARAUDA

luminosos como peces transparentes,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu mente, por los pecados de tu mente.

ARISA

La santa paz de este claustro, mi felicidad, mi ferviente deseo.

SOR FARAUDA

Y tu marido, luego está tu marido, que es el tema principal, porque los niños...

SOR FARAUDA

Los niños siempre se pueden quedar con tu madre.

SOR FARAUDA

henchidos de orgullos, adornados y vanos,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu mente, por los pecados de tu mente.

SOR FARAUDA

Tu madre, atendiendo a los niños, ya está contenta. Doñarisa es una abuela de mucho carácter. Podríamos, pues, olvidarnos de ese tema.

SOR FARAUDA

Pero tu marido, ¿qué iba a hacer tu marido?

SOR FARAUDA

No puede buscarse a otra, ya que tú no estás muerta, y el tema entero sería adulterio o, peor aún, bigamia.

SOR FARAUDA

hundidos en la sombra, preñándola de luz,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu mente, por los pecados de tu mente.

SOR FARAUDA

Y no creo que pueda pasarse sin mujer, si es que recuerdo bien...

ARISA

Los votos ya los he hecho hace tiempo en mi corazón. Obediencia perfecta, ¡qué descanso!. Después de una vida entera de tomar decisiones, grandes, domésticas, de todas clases ... por fin dejarse conducir sin riesgos, sin temores, sin fatigas ... Más que un voto es un remanso de infinita suavidad, al que estoy deseando llegar.

SOR FARAUDA

heridos de tiniebla, goteando noche

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu mente, por los pecados de tu mente.

 

SOR FARAUDA

Unas manos de hombre tienen que tener algo a que agarrarse, y tu marido es muy hombre, y está en una edad...

 

ARISA

El voto de pobreza...  Todo lo he tenido, y esa hoguera interior no he podido apagarla nunca. ¿De qué me sirven los bienes del mundo si no me sirven de nada? ... Las joyas, las lujosas residencias y mansiones, los infinitos caprichos hechos realidad antes de empezar a soñarlos...  Pero mi cuerpo siempre estaba desnudo cuando el gigante me sacaba de entre los barros hondos de la tierra, y el color de mis ojos enrojecidos por el tiempo y la ceguera, era el único brillante y la única esmeralda. Nada en mis manos, ni en mis pies, nada en mis brazos o en mis tobillos, como no fuese el bárbaro cemento chorreante que me cubría, resto del amnios de mi etapa fetal en el vientre de la tierra.

SOR FARAUDA

silenciosos y atronadores,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu mente, por los pecados de tu mente.

SOR FARAUDA

Una edad tremenda. La edad de volver a comportarse como un niño desvalido y estúpido. La edad en que se buscan novias y se encuentran niñeras dispuestas a cualquier asunto. En esos momentos, los hombres pueden ser conducidos no sólo al fin del mundo, sino al fin de sí mismos, con tanta facilidad como se lleva un cerdo tras una cesta de trufas, por el olor oculto.

SOR FARAUDA

los pecados de mi mente, albañales hediondos.

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu mente, por los pecados de tu mente.

SOR FARAUDA

¿Cuántos años tienes? ... Eras dos años menor que Farauda, ¿no?, y tres mayor que yo ... Es decir que... ¡Qué cosa! No puedes dejarle suelto, precisamente ahora. También tú estás en la edad peligrosa y delicada. Porque aquí ...

 

SOR FARAUDA

Por los pecados de mis ojos, de colores sin nombre,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus ojos, por los pecados de tus ojos.

 

ARISA

Y en cuanto al voto de castidad, es imposible que me cueste cumplirlo; tengo experiencia de la vida, del amor, del sexo, y sé en qué consisten esos paraísos. Y he estado en manos de gigantes y titanes, sintiendo el roce inmenso y atemorizante de sus enormes dedos, caricias como de montañas, despeñándome en sus simas y siendo golpeada por sus riscos. Nunca volveré al amor, tanto si soy admitida en el convento, como si soy rechazada. Nunca más consentiré ser deseada y escogida por dioses que tienen la piel tan ferozmente áspera y el aliento como de fuegos inextinguibles.

 

SOR FARAUDA

que no ven los pájaros ni ven los halcones,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus ojos, por los pecados de tus ojos.

SOR FARAUDA

Dos años mayor que yo, no que tú, Farauda. Siempre te las apañas para resultar la más joven.

ARISA

Nunca más.

SOR FARAUDA

Sujeta la cuerda.

SOR FARAUDA

colores que ciegan cegueras y los hacen feroces,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus ojos, por los pecados de tus ojos.

SOR FARAUDA

Aquí no hay más caricia que la que tú te prodigues...Y llega un momento, Arisa, que es preferible...

SOR FARAUDA

Farauda, Arisa, luego tú y luego yo: eso es.

SOR FARAUDA

y colores muertos, de color de muerte,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus ojos, por los pecados de tus ojos.

ARISA

Mis hijos han muerto, arrebatados por un vendaval de olvido que se ha desatado en mi hogar, y que ha levantado las tejas, y los techos, y abierto las paredes, y destruido los suelos, y sepultado a los hijos.

SOR FARAUDA

Ocho años entre Farauda y yo. Siempre ha sido así. No comprendo el juego ése de quitarse años, que resulta que siempre has sido dos años mayor que yo y ahora resulta que yo soy tres años mayor que tú.

SOR FARAUDA

ojos atrevidos, mirando misterios,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus ojos, por los pecados de tus ojos.

SOR FARAUDA

En la celda, a solas, con el vientre ardiendo, los muslos abiertos, la lengua seca, las manos como garfios, los labios agrietados y un jadeo insoportable metido entre las costillas... y ni una gota de miel que llevarte a la boca...   ¿Vas a cambiar tu hogar por este paisaje, Arisa?... ¿Sabes lo que quema, en la celda, a solas, un recuerdo? ¿Como la reja con que te marcan, quizá?... ¿Como el olvido, tal vez, Arisa?.

SOR FARAUDA

buscando misterios y atrapando misterios,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus ojos, por los pecados de tus ojos.

ARISA

Como lava que manara entre tus muslos, abriendo surcos de fuego en el fuego.

SOR FARAUDA

Pero también es bobada discutir por ello... son lo mismo los años vividos que los años por vivir. La celda los vuelve a todos del mismo color, rojo de olvido.

SOR FARAUDA

profanando luces no pisadas nunca por ojo alguno,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus ojos, por los pecados de tus ojos.

SOR FARAUDA

Paseas por los claustros, te das aire con los amplios faldones de tus sayas, miras las estrellas prisioneras del mágico cuadrado de tejas, oyes a los grillos, alguna rana oculta... y todo son canciones de amor, todo canta con el mismo ritmo, todo suspira con la misma cadencia, siguiendo la misma y pertinaz batuta.

ARISA

Luego sientes ¡por fin! el océano. Pues nada menos que un océano ha usado el titán para limpiar tu cuerpo de las huellas del barro milenario y hondo. Inmensas olas te barren y te liberan de la reseca pesadumbre que te impedía caminar.

SOR FARAUDA

los pecados de mis ojos, de colores sin nombre.

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus ojos, por los pecados de tus ojos.

SOR FARAUDA

No podemos saltarnos la prohibición del obispo, nadie puede. Es el obispo el que tiene que recibir tus votos, y es el obispo el que tiene que decidir si se te admite.

Podemos, eso sí, tenerte aquí un tiempo, como quien convalece de grave enfermedad espiritual, recibiendo ayuda moral, restableciendo la salud del cuerpo y del alma, haciendo caridad contigo... Este tipo de cosa es muy propia de un convento, y el obispo la verá con los mejores ojos. Pero profesar, ese es otro tema.

SOR FARAUDA

Por los pecados de mis manos, tejedoras de placeres,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus manos, por los pecados de tus manos.

SOR FARAUDA

Necesitarás estar libre, y no lo estás.

 

ARISA

Libre al fin de la prisión que ha sido mi piel durante el tiempo que el tiempo ha tardado en ser parido. Libre para siempre de las entrañas hondas, libre de la tiniebla, libre en la luz.

SOR FARAUDA

recorriendo cuerpos como perros de presa,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus manos, por los pecados de tus manos.

SOR FARAUDA

Tu marido es lo que impide remover el obstáculo, y tu marido es el obstáculo. Cuanto antes lo entiendas, antes sabrás lo que tienes que hacer.

SOR FARAUDA

Pero un día cualquiera se supone que ya estarás “curada”, y deberás de nuevo regresar con los tuyos, a menos que los tuyos, naturalmente ... Pero, claro, de eso el obispo no tiene cuenta alguna.

SOR FARAUDA

jadeantes, silenciosos, silenciosas mis manos,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus manos, por los pecados de tus manos.

ARISA

La piel desnuda, el forastero de nuevo recibido en el hogar.

SOR FARAUDA

Hablar... ¿que vas a resolver hablando?... Hablando se consiguen acuerdos cuando los acuerdos son posibles. Pero aquí ...

SOR FARAUDA

olfateando huecos, y elixires y aromas,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus manos, por los pecados de tus manos.

SOR FARAUDA

Aquí es su presencia, su existencia misma, la que constituye una completa imposibilidad de cualquier acuerdo. Una mujer casada, con el marido en casa, no es apta para profesar en un convento, y no se trata de consideraciones sociales, sino de obligaciones perentorias.

SOR FARAUDA

Y de camas llenas y camas vacías, de recuerdos ardientes y recuerdos helados, de noches solitarias o noches compartidas. Porque el convento no es el mundo.

SOR FARAUDA

olores de la materia mirando hacia sí misma,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus manos, por los pecados de tus manos.

ARISA

El mineral profundo vuelto a su ser de humano hombre y carne humana.

 

SOR FARAUDA

inundada hacia sí misma, de fuentes hacia adentro,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus manos, por los pecados de tus manos.

 

(Mientras prosiguen su ¿diálogo? entran y salen, y en una de las entradas arrastran entre dos, por todo el proscenio, un enorme cajón como una cuna antigua, con forma de artesa, pero de muy gran tamaño, dentro del cual chapotea un barro rojizo que de vez en cuando, por el fatigoso bamboleo del transporte, salpica fuera, a las blancas tocas de Sor Farauda, o al suelo, o a los espectadores. Lo llevan hasta un lateral, sin quitarlo enteramente de enmedio, entorpeciendo en parte la visión de la escena. Debe tener el cajón una presencia ciclópea, más que por el tamaño mismo por el concepto. Debería parecer que contiene un barro primordial, anterior al hombre, y debería contenerlo todo, si acaso fuese posible: todo el barro del que todos fuimos hechos. Cada salpicadura debe dejar una marca ya para siempre. Y quizá no secarse nunca, hirviendo incesante. Mientras siga el diálogo, empezarán poco a poco a levantar a Arisa, que se deja hacer un tanto a la rastra, como peso muerto y torpe muñeco desmadejado. La desnudan de sus tocas y mandiles y sayas de novicia, ritual, lentamente en sus gestos, y al final la fijan, ya desnuda y blanca, al suelo por sus pies y sus manos, con largas cadenas que se tensan según la mujer se inclina sin caer hacia un lado o hacia el otro, rotando su cabeza, con los ojos cerrados. El lugar debe ser el que enfrente al cajón, en el otro lateral, de perfiles al público.

Luego, con un sólo gesto seco, debe abrir Farauda una trampilla oculta que libere una espesa catarata de barro, cayendo hacia el centro de la escena.

Finalmente, con el solemne gesto con que nos disponemos a seguir los mandatos del destino, Farauda irá arrojando sobre Arisa pellas de barro, con las manos como manos, con las manos como palas, con las manos como arcos, con las manos como halcones de batalla, hasta cubrirla por entero y detener su oscilación, y quedar en el proscenio una vaga figura de silueta rocosa, respirando de forma insegura por las grietas del pecho.

El comienzo de esta acción puede situarse donde se quiera [donde ellas deseen, supongo], de modo que el final de la misma, quizá, coincida con el final del diálogo. Ajústense ritmos y cadencias, en este tema y en la vida.)

 

SOR FARAUDA

No puedes olvidarte de tu marido. No podemos olvidarnos de él.

SOR FARAUDA

Aunque nos llame el remanso de paz del convento con tanta dulzura y tan hermosa y susurrante palabra de tranquila felicidad. No podemos olvidarnos de él.

SOR FARAUDA

por los pecados de mis manos, de silenciosos placeres.

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus manos, por los pecados de tus manos.

SOR FARAUDA

Aunque hayamos decidido prescindir para siempre de sus caricias y de sus manos. No podemos olvidarnos de él.

ARISA

Aunque se alce como una pared entre mi libertad y mi persona. No podemos olvidarnos de él.

SOR FARAUDA

Por los pecados de mis pechos, tensos hacia las ondas,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus pechos, por los pecados de tus pechos.

SOR FARAUDA

Aunque se oculte y ya no se le vea, y ya no le veamos y ya no sea visible. No podemos olvidarnos de él.

SOR FARAUDA

Aunque se aleje y parezca que se ha ido, y ya no esté presente y el tiempo le olvide, nosotras no podemos olvidarnos de él. No podemos, no podemos, no podemos.

SOR FARAUDA

escamas de brillo que se escurre entre los dedos,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus pechos, por los pecados de tus pechos.

ARISA

No, no podemos olvidarnos de él.

SOR FARAUDA

Pero es posible encontrar una llave...

SOR FARAUDA

El arcón del misterio tiene una llave ...

SOR FARAUDA

que han manado leche y han manado miel,

 

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus pechos, por los pecados de tus pechos.

SOR FARAUDA

Hay una llave que abre las puertas que deseamos abrir...

ARISA

Y es una careta que enmascara una careta sin rostro.

SOR FARAUDA

en bocas de todos, en todas las bocas,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus pechos, por los pecados de tus pechos.

SOR FARAUDA

Si se la busca, se la encuentra.

SOR FARAUDA

Al que la llama, le responde.

ARISA

Y su respuesta es inapelable, definitiva, para siempre.

SOR FARAUDA

y recuerdan caricias antiguas como el tiempo,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus pechos, por los pecados de tus pechos.

SOR FARAUDA

Cuando se distraiga mirando los recuerdos amados, un día de amor, el amor de un día,

SOR FARAUDA

o tenga los ojos puestos en el rubio cabello de los hijos,

 

SOR FARAUDA

endurecidos por el deseo, generosos de sí mismos,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus pechos, por los pecados de tus pechos.

SOR FARAUDA

o venga a recibir un beso de tus labios, al pasar, al ir hacia un asunto doméstico y sencillo,

SOR FARAUDA

o duerma después del amor, con el deseo tranquilo, sosegado,

SOR FARAUDA

por mis pechos pecadores, fuentes de la vida.

CORO (Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus pechos, por los pecados de tus pechos.

SOR FARAUDA

o duerma después del trabajo, con la fatiga en sus dedos, con los músculos rotos,

 

SOR FARAUDA

o duerma después de la risa, o después de la fiesta, o después de la sombra,

SOR FARAUDA

o duerma...

SOR FARAUDA

Siempre es posible entonces buscar la llave, encontrar la llave, llamar a la máscara...

ARISA

y encender en su pecho la oscuridad que no se apaga.

 

(En este instante está Arisa convertida en piedra. En este preciso momento.

Jadeantes y silenciosas, Sor Farauda rompen las cadenas, o las sueltan a distancia, con los conjuros de sus manos, según prefieran.

Arisa se mueve enterrada en su tierra, como el figurón que ahora es, sacado de lo hondo, barro primordial del que todos fuimos hechos. Rojo de sangre, húmedo y ardiente.

Todas le dejan paso, sumidas en un cierto pánico que no se acaba de posar sobre la escena, sino que flota por la sala, como humo sin densidad ni color, pero que huele.

De su pecho de piedra saca Arisa un cuchillo, una esquirla de roca y se dirige hacia el mundo como una sacerdotisa.)

 

 

 


(No sé ahora en dónde pueda estar situado el mundo. En escena no cabe. Quizá... en el mundo, pero no lo sé. Arisa marcha, y luego regresa con su pedernal enrojecido, tal vez de la sangre, tampoco me consta.)

 

(Oscuro)

 

 

 


(La letanía puede continuar durante el oscuro, de modo que no tenga que reanudarse abruptamente, sino que siga de modo fluido al encenderse de nuevo las luces, pues si el mundo actúa en sobresaltos, el convento es sosegado y continuo.)

 

(Arisa descansa sobre maderas limpias. El cajón de barro ha desaparecido, lo mismo que el barro que la cubría. Huele a cera, a lejano perfume, tal vez huele a límpieza y tranquilidad y sosiego.)

 

SOR FARAUDA

Por los pecados de mis muslos, sudorosos y abiertos,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus muslos, por los pecados de tus muslos.

 

SOR FARAUDA

pecados de olor ardiente, pecados hermosos,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus muslos, por los pecados de tus muslos.

SOR FARAUDA

de ritmo, de ritmo, de ritmo, de pausa,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus muslos, por los pecados de tus muslos.

SOR FARAUDA

que han conducido a destino a sabuesos dorados

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus muslos, por los pecados de tus muslos.

SOR FARAUDA

buscando y hallando la marea suprema,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus muslos, por los pecados de tus muslos.

SOR FARAUDA

que nunca retrocede desde el límite primero,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus muslos, por los pecados de tus muslos.

SOR FARAUDA

y nunca consigue el último límite,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus muslos, por los pecados de tus muslos.

SOR FARAUDA

por los pecados abiertos y hermosos de mis muslos.

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus muslos, por los pecados de tus muslos.

SOR FARAUDA

Por los pecados de mi vientre, desde dónde mi vientre,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu vientre, por los pecados de tu vientre.

SOR FARAUDA

desde la atalaya de mi vientre, la cueva de mi vientre,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu vientre, por los pecados de tu vientre.

SOR FARAUDA

desde mi vientre abierto y cerrado y diáfano y oscuro,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu vientre, por los pecados de tu vientre.

 

SOR FARAUDA

que todo lo promete y todo lo incuba,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu vientre, por los pecados de tu vientre.

SOR FARAUDA

que todo lo regala y todo lo cautiva,

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu vientre, por los pecados de tu vientre.

SOR FARAUDA

que todo lo siembra y todo lo cosecha.

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tu vientre, por los pecados de tu vientre.

SOR FARAUDA

Por los pecados de mi vientre, diáfano y oscuro.

CORO [Susurrantes, profundas, rutinarias, feroces]

Por tus pecados,

por ti y por tu mente,

por tu vientre y tus pechos, por tus ojos,

por tus manos,

ha nacido y ha muerto el mineral profundo.

 

(Oscuro)