ACTO PRIMERO: LOS SUEÑOS

 

Personajes:

 

En el convento:

Sor Farauda

Sor Farauda

Sor Farauda

Arisa

En el mundo:

 

Arisa

Anevd

 

 

(Estamos en el convento, y el convento no es el mundo. El mundo sí es el convento, ya que el mundo es todo [excepto el mundo mismo, que no es el mundo], pero el convento no es el mundo.

Es un oasis encerrado en el mundo, ajeno al mundo, y al ruido del mundo. Es una cueva en la montaña, ajena a la montaña, cerrada de ella, desde ella, para ella. O es un recodo del río, un remanso del río que no es el río, no discurre con el río, permanece en la margen, tras la margen de la margen del río.

Huele y sabe y suena, y su olor y su silencio son... no es sencillo. Sí es sencillo decir cómo huele y suena el mundo, pero el convento...el convento no es el mundo, no totalmente, no definitivamente, no del todo mundo. Y el mundo no huele como el convento, porque el convento no huele, y no suena. Es blanco, con madera, en silencio, con ruido de sílaba y blanco de olores a barniz, un punto cera, lejanamente el perfume de Sor Farauda, mujer en el mundo muy elegante, que nunca pudo, [a su pesar tantas friegas de alcofol muy puro] quitarse el olor a los perfumes mundanos. Un punto a cera y a Sor Farauda un punto. Y blanco, y de madera, y en silencio, y a solas las mujeres santas, que cosen y rezan y reciben de vez en vez visitas de... sí, del mundo, metida de repente la montaña en la cueva, el río en el remanso.

La monja y la amiga, el convento y el mundo.)

ARISA

Tiene locas visiones, cegueras terribles que le enmascaran las cosas y le deslumbran por dentro.

SOR FARAUDA

Visiones...

SOR FARAUDA

Se trata, sin duda, de un don divino.

ARISA

Y entonces me maltrata, me aparta de su camino a golpes, aunque yo no esté en su camino.

SOR FARAUDA

Es un hombre gentil, que sonríe con gracia. Yo le recuerdo de entonces, cuando empezaste a ir en su compañía, que nosotras no habíamos recibido aún la vocación. Suave, de palabra corta, pero delicada... ¿Cómo puedes ahora decir que te maltrata?

SOR FARAUDA

Las visiones son por encargo de Dios, por designio de Dios. Con los ojos exteriores no es posible verlas, solamente con los ojos interiores.

 

SOR FARAUDA

Quizá se trata de gestos inconscientes, de un manotear indeciso, como quien ha perdido control sobre sus miembros, atado a una razón más alta, a una fuerza superior que le grita en las entrañas.

ARISA

Se pone ante mí, con los ojos ciegos, pero abiertos, con una mano enorme sujeta mi barbilla, y con otra mano me golpea, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, hasta mi llanto, mí gemido, mi silencio, mi desmayo. Después me pisa. No lo sé por mí misma, sino que el rastro de dolores me lo dice.

 

 

 


(Estamos en el mundo, no estamos en el convento. El mundo centellea de atosigados perfumes y ruidos y jadeos. Es un gran dormitorio donde hace no mucho Arisa y Anevd han hecho el amor [han fingido, han dramatizado, han soportado, han esgrimido el amor, como una fusta de odio].

Flota en el aire un punto de sudor y un punto de tierra, como un perfume hecho a base de Iodos ocultos. Las mieles del sexo han dejado pegamento en las volutas de una brisa susurrante que no termina de apagarse, aunque ya es tiempo.

Recostados en cualquier rincón de la amplia cama, lejanos el uno del otro y cada cual de sí mismo, mastican en pensativos y lentos y rituales y cadenciosos gestos, un cierto manjar, tal vez sabroso.

Aunque sucios y ajados, como de la cercana pelea, no están desnudos. El amor ha sido acometido, no se le ha dejado llegar mansamente. Y ahora el hambre se escatima, desganada, sin cederse al alimento)

ARISA

Ya son mayores.

ANEVD

Eso es una estupidez. ¿Cómo va a ser mayores unos niños de 8 y de 10 años, para perder de golpe a su madre?

ARISA

La vida es así. Tendrán que hacerse cargo.

ANRVD

Es más estúpido por mí parte tomarme en serio lo que dices, que por la tuya decirlo. “Tendrán que hacerse cargo...” Mamá se larga a paseo, y los pequeñines tendrán que hacerse cargo...

ARISA

No será el primer caso.

ANEVD

Quizá lo sea. Tan estúpido como éste, quizá sí sea el primer caso del mundo. Y quizá el último caso del mundo. Quizá ni siquiera haya este caso, de tan increíble como resulta.

 

 

 


SOR FARAUDA

¿Qué visiones se le conceden?

ARISA

Cuando me doy cuenta de que se aproxima su trance, le huyo. Me encierro en la despensa, en el baño, en la habitación, en el jardín o en la nada. Y me sigue. Perdiguero, sabueso, celoso de mi presencia, certero en su búsqueda... No hay rincón ni límite. Siempre me encuentra...

SOR FARAUDA

Los visionarios, como no se atienen a sus impulsos, resultan grandes empeñosos y tercos. No cejan, ni descansan. Sí, lo sé por los libros de lectura santa. Los profetas eran así; era menester matarlos, y aún a veces ...

SOR FARAUDA

¿Cuáles son sus visiones? ¿De qué tratan?

SOR FARAUDA

Son tranquilos, y hasta blandos, cuando están en su ser

SOR FARAUDA

Cabe su ser.

SOR FARAUDA

Bajo su ser.

SOR FARAUDA

natural, pero muy pacientes y seguidores del mandato cuando se les mete la visión en la cabeza.

ARISA

De gigantes, de titanes, de minerales profundos.

SOR FARAUDA

Una monja que huboyyanohay, Sor Farauda, tenía visiones con cierta frecuencia, cada lunes y cada día. Eran suaves, se ponía melancólica, como de cerveza y licor de yerbarruiz. Soñaba-veía las estrellas distantes.

SOR FARAUDA

Iba allá, las paseaba, a enjuto pie, sin quemarse ni mojarse de fuegos. Luego volvía descansada. Su fatiga era solamente contar, contar mucho sus andanzas. Yanohay Sor Farauda, pero era visionaria, de visiones de estrellas. No nos golpeaba, sino que se quedaba tranquila en su sitial del coro, como dormida, con los pies en luz, muy iluminada su calzadura, permitiendo ver los pasos en el aire, de cuando rondaba estrellas. Y un ronquido suave, como de licor de yerbarruiz.

SOR FARAUDA

Los pies iluminados y un ronquido, pero sin riñas ni malos modos.

ARISA

Que los dioses hacen un titán, y el titán un gigante, no con sus manos ninguno, sino con formidables herramientas.

 

SOR FARAUDA

¡Qué visión hermosa y épica! Eres afortunada por compartirla.

SOR FARAUDA

Y nosotras, que ahora la sabemos, que nos llega su eco.

SOR FARAUDA

Y nosotras.

 

 

 


ARISA

No puedo seguir así...

ANEVD

¿Así cómo?... Porque te he oído lo mismo un sillón de veces, y todavía no lo entiendo, ni sé de qué hablas...

ARISA

Sí lo sabes, eres tú precisamente el que mejor lo sabe.

ANEVD

¿Y el amor?

ARISA

No sé a qué te refieres...

ANEVD

Caricias, sexo, orgasmos... esas cosillas con las que tanto disfrutas, que tanto deseas, a las que tanto te entregas... ¿Vas a vivir del recuerdo?

ARISA

Tú puedes llevar los niños a que me vean de vez en cuando.

ANEVD

Al hospital. Mirad, niños, hoy es sábado y nos toca ir a darle cacahuetes a mamá que está, con otros locos como ella, encerrada en el manicomio. O mejor dicho, encerrada ella sola en una celda, en espera de que haya otros casos similares para ponerlos juntos.

ARISA

No deben perderme para siempre.

ANEVD

La pregunta central no la has tocado, ni siquiera rozado. ¿Qué pasa con el amor?

ARISA

Es posible vivir sin amor, pero no es posible vivir nadando en el pánico.

 

 

 


SOR FARAUDA

Y huboyyanohay, Sor Farauda, una monja antigua, que veía sus propios pensamientos siguiéndole los pasos, como a la rastra. Eran de colores, azules los odios, ¿o eran rojos?

SOR FARAUDA

Rojos los olvidos.

 

SOR FARAUDA

En este convento siempre han sido tradición las visiones.

SOR FARAUDA

El olor de la cera, creo yo, y mucha yerbarruiz destilada, que es artesanía antigua.

 

ARISA

Luego el gigante, chorreando de sudores y sangres...

 

SOR FARAUDA

¿Una sóla vez?

 

SOR FARAUDA

¿Periódicamente?

 

SOR FARAUDA

¿Cada 28 días?

 

SOR FARAUDA

Puede ser un tema lunar. Las visiones lunares que encierran sangre periódica son de gran interés. Huboyyanohay una tal Sor Farauda, hemorroisa, que soñaba su propio flujo en lugar de tenerlo, y hubo amores en sueños con un gigante soñado, y tuvo embrión de sombras en su vientre, y parió y amamantó un pequeño gigante soñado, todo soñado, todo en visiones. Y no era licor de yerbarruiz, que no bebía.

 

SOR FARAUDA

Y el gigante la amaba y el gigantito jugaba con ella y a veces se soñaba de miedo y nos teníamos que levantar a cantarle nanas, nanas de visiones y sueños, nanas de sombra...

 

 

 


ANEVD

Arisa, dejemos esta terrible conversación... ¿por qué el pánico, de dónde el pánico?... Ésta es tu casa, ésta es tu cama, yo soy tu compañero, todo es paz y hogar y tranquilo discurrir de todos los días... ¿Por qué...

 

ARISA

Porque ya no puedo soportarlo más, no importa si tú lo comprendes o si no lo comprendes. El horror tiene su limite, y tiene su medida, y tiene su cauce. Cuando se sale de su cauce y rebasa su medida, entonces hay que morir, o empezar a nadar en la locura, o irse, huir.

 

ANEVD

Yo lo soporto, y estoy dispuesto a seguir soportando lo que sea que el destino nos guarde para el futuro. Si yo puedo, ¿por qué no tú? Eres más fuerte que yo, eres más fuerte que ti misma.

 

ARISA

No es cuestión de fuerza. El titán y el gigante son más fuertes que mi fuerza, más fuertes que la fuerza, más fuertes que los dioses, más fuertes que el destino. Pero cuando...

 

ANEVD

¡No lo digas!

 

ARISA

Cuando desentierran el mineral profundo, y le quitan a golpes las pellas de lodo que lo manchan, y lavan sus ojos con sangre, y le hacen mirar hacia los hombres y hacia las estrellas, entonces...

ANEVD

No lo digas, Arisa, por piedad, no lo digas...

ARISA

Entonces se vuelven débiles y no resisten. Porque nada resiste al mineral profundo, el forastero que todo lo presencia y atestigua, y nada juzga.

ANEVD

Pasará. Un día pasará y no volverá nunca.

ARISA

No pasará.

 

 

 


ARISA

hundiendo sus manos, lenta, muy lentamente, en tierra, en tierra, hasta lo hondo, las uñas, los dedos, las manos, los brazos, los propios hombros de terrible fuerza ...

SOR FARAUDA

No, Sor Farauda no. Su gigante solamente la amaba por entre los setos del jardín que soñaba. No enterraba sus manos en la tierra, ni sus brazos.

ARISA

saca de la entraña del planeta al forastero, el mineral profundo, que ha venido a ver, a mirar, sin juicio, la historia de los hombres. Y me golpea con fuerza, como si yo fuese la costra reseca que debe romper para dar salida hasta la luz al forastero encerrado tan hondo.

SOR FARAUDA

Y así debe ser, quizá.

SOR FARAUDA

Tal vez tú eres la costra que le encierra.

SOR FARAUDA

La sombra que oscurece la visión.

SOR FARAUDA

La maraña que ciega sus ojos.

SOR FARAUDA

Y silencia sus oídos.

SOR FARAUDA

Y le cierra la salida hasta la luz.

SOR FARAUDA

Y la luz misma le apaga y desmorona.

SOR FARAUDA

Y agrieta su confianza, y paraliza sus impulsos.

 

SOR FARAUDA

Y mata su libertad.

 

SOR FARAUDA

Y le hace retroceder lejos de su dios y de sus dioses.

 

SOR FARAUDA

Y de su dios.

 

SOR FARAUDA

Y por eso se vuelve necesario golpearte, romperte, hasta que te deshagas y te diluyas en un desmayo y en un dolor.

 

 

 


(Anevd la atrae hacia sí, la acoge en su pecho, ella se deja acurrucar sumisa, pero distante, como quien sabe que la muerte llega a todos los rincones, y que el destino arrebata los mamones por muy fuerte que muerdan las mamilas seguras.)

 

ANEVD

Y nos acordaremos de ello con una sonrisa displicente, como recuerda el hombre los tercos juegos de niño. O mejor, no nos acordaremos nunca.

 

ARISA

No nos olvidaremos jamás. No se puede olvidar el presente inacabable.

 

ANEVD

Si yo puedo... Si todos podemos...

 

ARISA

No.

 

ANEVD

No ...

¿Y quién te asegura que todo pasará cuando te hayas ido? ¿Quién nos garantiza que huir es la solución?

 

ARISA

Al menos no os obligaré a presenciar mi locura, ni a formar parte de ella, ni a convivir con ella, ni a vivir en élla.

 

 

 


SOR FARAUDA

Las visiones tienen siempre ese precio. Huboyyanohay una Sor Farauda, la hemorroisa,

 

(Seguimos en el convento. No en el mundo. Las tres monjas y su amiga, que ha venido a visitarlas [se conocen, se conocieron, recuerdan comunes historias] charlan de sus pequeñas menudencias intrascendentes, de sus pequeños chismes de mujeres, mujeres al f in.

Arisa, ritual y ciega, como si ella fuese la monja, y el titán y el gigante y el forastero, el mineral profundo, se desnuda, lenta, muy lentamente, buscando en cada retazo de su piel, en sus manos, en sus brazos, en sus hombros, en sus muslos, en sus piernas, en sus pies, en sus pechos, en su vientre... una marca que no encuentra, ausencia que la entristece y asombra.)

 

que volvía siempre de sus trances llena de cardenales, de heridas abiertas y sangrantes, de temores y de sustos.

SOR FARAUDA

¿Qué buscas, Arisa?

 

ARISA

Eso es precisamente... Ni en mis manos ni en mis brazos...

 

SOR FARAUDA

Y Sor Farauda, la huboyyanohay, todas las noches antes de dormirrse su copita de licor de yerbarruiz ... El gigante la dejaba...

 

SOR FARAUDA

¡Farauda!

SOR FARAUDA

¡Bueno, mujer, no me asustes! Qué grito...

SOR FARAUDA

Ibas a decir...

 

SOR FARAUDA

No iba a decir nada inconveniente. Y todas sabemos lo que son amores fogosos... El gigante la dejaba... cansada. Eso era, cansada.

SOR FARAUDA

Cansada y con las ingles rotas, desde luego. Me contó un sueño, [el sueño de la verga ardiente, lo llamábamos nosotras, para diferenciarlo del sueño de la espera interminable], en que al finalizar la noche ni siquiera pudo levantarse, de macerada y sin aliento. Y es que un gigante es un gigante.

 

SOR FARAUDA

Los muslos, por dentro, en llagas, raspados como con lima fuerte. Y no era la yerbarruiz, que he visto yo cómo saltaba la sangre a puntos en cada herida.

 

ARISA

Ni en mis piernas, ni en mi pecho...

SOR FARAUDA

Sufría repentinos espasmos, rítmicos, terribles, y se agitaba tooda en su lecho, febril, sudorosa, mojada... ¿Pero qué buscas, Arisa?

 

SOR FARAUDA

No tienes nada, mujer, no tienes marcas de ninguna clase.

 

ARISA

Sus golpes, sus pellizcos, sus apretados y furiosos mazazos...

 

SOR FARAUDA

Cuando se convive con visionarios a veces se reciben impresiones muy vívidas de las visiones, sin que uno mismo las tenga. Si tu compañera sangra, tú sientes un río entre tus piernas, pero cuando miras alarmada, el río es seco y no circula. Si tu compañera jadea de placer, tú sientes un orgasmo en las entrañas, pero cuando quieres atraparlo, como al pájaro herido, es de piedra y no sabe volar ni quiere volar ni vuela. Y si acaso ...

SOR FARAUDA

Y si acaso vives con el forastero, el mineral profundo, quizá te sientas golpeada, pero cuando buscas en la piel las marcas, entonces ...

SOR FARAUDA

Entonces no las descubres, porque las visiones no son tuyas, porque sientes los golpes pero no dejan huellas, porque sufres los daños, pero no perduran, porque hablas y tus palabras, como no pertenecen al sueño, no quedan, se borran, se diluyen.

SOR FARAUDA

Solamente el sueño deja marcas al que sueña. El que sueña que sueña no tiene marcas ni el tiempo le recuerda.

ARISA

Luego, cuando por fin recupera el sentido

 

(Y en el convento seguimos, mientras las tres monjas cosen y rezan, rezan y hablan y cosen, y Arisa se vuelve a vestir, tal vez no con sus ropas, quizá con las prendas blancas, una suave camisa [¿aroma como a cera y a un suave perfume lejano?], una almidonada enagua, una toca elegante, un blanco y vaporoso velo ... )

 

y me ve tendida a sus pies, desmayada, tal vez muerta, me coge en sus brazos con inmenso cariño, me cuida, me cura...

 

SOR FARAUDA

¿Qué te cura, Arisa?

SOR FARAUDA

No tienes marcas de golpes, ni heridas...

SOR FARAUDA

Solamente tienes recuerdos, recuerdos de sueños que soñaste pero que no has soñado, y no te puede curar esos recuerdos.

ARISA

Pero nunca dejo de estar asustada, esperando con pánico la próxima vez, cuando de nuevo tenga locas visiones, cegueras terribles que le enmascaren las cosas y le deslumbren por dentro.

SOR FARAUDA

Pero está también tu madre, tus hijos ...

SOR FARAUDA

¿Está bien Doñarisa, sigue en salud?

 

ARISA

Con los achaques de la edad, pero dura como siempre.

 

SOR FARAUDA

Se acerca la época dura, y no creo que puedas dejarla sola. Y en cuanto a los niños...

ARISA

¿Y tengo que vivir en el terror, dormir con él, respirar con él, levantarme con él y acostarme con él?... Hay mujeres que se enamoran de otros hombres y se van con ellos. Mujeres que se cansan de soportar la tiranía, simplemente, y simplemente se marchan, huyen o se independizan. Yo no deseo huir del amor, o de la obligación, o del hombre mismo. Solamente huyo del terror, de la ceguera, de las visiones de pánico que nos cercan. No deseo un amante, no busco pecado o placer. Si fuese así, no estaría entre vosotras...

SOR FARAUDA

Pero una cosa es abandonar el mundo cuando nada te retiene, cuando eres libre de ir y venir, y otra cosa es dejar atrás obligaciones contraídas, una madre anciana, unos hijos pequeños, un esposo amante...

ARISA

y enloquecido por la piedra que le anida en las entrañas. Un amante esposo que deja de serlo para volverse el profeta de la roca, la tierra que ciega la luz del pozo fresco.

SOR FARAUDA

No sé... No sé qué decirte, Arisa...

 

ARISA

Farauda, ¿acaso no deseas para mí la misma paz que tú respiras? ¿No tengo derecho a este paisaje tranquilo que es el vuestro?

SOR FARAUDA

Mis sueños son de sangre, los tuyos son de sueño. Cuando yo despierto, mis muslos están heridos. Cuanto tú despiertas, tus cardenales no existen, tus marcas se han borrado.

SOR FARAUDA

Mis sueños son de luz, los tuyos son de sueño. Cuando yo despierto, mis pies brillan y mis pasos están marcados en el aire. Cuando despiertas tú, tus heridas se han cerrado sin huella ni costura.

SOR FARAUDA

Mis sueños son de color, los tuyos son de sueño. Cuando yo despierta, el olvido enrojece mis sienes, el odio vuelve azules mis manos. Pero nunca hay rastros en ti de tus sueños. Tú eres Arisa, no eres Farauda, tu sueñas que sueñas, pero no sueñas. No sé qué decirte, amiga, no sé qué decirte.

 

ARISA

Si pudiera liberarme ...

 

SOR FARAUDA

Si pudieras ...

 

SOR FARAUDA

Dejar que la piedra entierre su piedra...

 

(Las cuatro mujeres cosen y rezan y hablan, y cosen y rezan.

En el aire flota el olor a cera. El viejo perfume del mundo ha sido apagado por el silencio.

Blancas tocas, blancas siluetas. En algún lugar, la sangre.)

 

 


ANEVD

Me niego... Me resisto a dejarte en manos de ese titán sin freno, sin medida y sin piedad...

ARISA

No puedo seguir, tengo que dejarlo.

ANEVD

Sin luchar contra esos poderes que te atormentan. ¿Acaso no soy un hombre, para rendirse sin lucha?

¿No soy un hombre, para entregarse sin condiciones? ¿No soy un hombre, para cederte sin heridas?

ARISA

Eres un hombre, solamente un hombre. No eres un titán ni te han hecho los dioses usándose ellos mismos como herramientas.

ANEVD

Y soñarás tú sola tus visiones terribles, tú sola tus cegueras y tus luces...

ARISA

También el amor es una ceguera, también el amor es una luz...

 

(Y seguimos en el mundo, con sus jadeos y sudores.

Arisa y Anevd quizá vuelvan a hacer otra vez el amor, ahora que ya han hablado de su miedo, y le han hablado a su miedo, como se habla a un niño, con cariño y con autoridad. Ahora que ya saben que van a ser llamados y van a ser escogidos. Y que Arisa tiene que huir, y que huir es solamente el principio.

Estamos en el mundo, y no estamos en el convento, porque éste es el río y no el remanso, la abrupta cumbre y no la cueva.

Éste es el mundo y Arisa no pertenece a él. Tiene visiones que no dejan huellas en su cuerpo, aunque un gigante de fuego y de sangre, creado por un titán hecho por los dioses, la ha sacado a rastras desde la más entraña del mineral profundo.)